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Factores medioambientales que dañan el cabello

    Factores medioambientales que dañan el cabello

    La llegada de las vacaciones nos transporta muchas veces a sitios no comunes o exóticos, donde los cambios de clima y de radiación juegan un rol importante en la conservación de la piel y del cabello. No es casualidad que en la época del verano (especialmente en nuestras vacaciones) es cuando más se observa caída y pérdida de cabello, lo cual está relacionado con la exposición a los rayos UVA, que deterioran nuestra queratina capilar y la melanina, haciéndolo más quebradizo y opaco. El exceso de exposición solar también se ha vinculado a la aparición de efluvio telógeno, que consiste en una pérdida repentina de cabello en áreas que pueden ser extensas, generando un problema estético de importancia. Por otro lado, los viajes de expedición a zonas carentes de yodo (noroeste de Argentina, región amazónica, etc.) pueden generar daños importantes, ya que el yodo estimula el crecimiento capilar y tiene efectos antibacterianos y antifúngicos adicionales.

    Por otra parte, el 88% de la población mundial vive en ciudades en las que la calidad del aire no cumple con los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El aire contaminado está lleno de micropartículas procedentes de la excesiva carga de humo y gases, los cuales al entrar en contacto directo con la cutícula terminan quitándole brillo y sedosidad, así como irritación e hipersensibilidad en la base del cuero cabelludo. Estas micropartículas se adhieren fácilmente, de ahí que sean rebeldes al tratamiento para eliminarlas. A ello debemos sumar la acción deletérea del tabaco, que en ambientes cerrados, termina siendo un tóxico más para el pelo.

    En época de vacaciones es muy común querer cambiar nuestro “look”, lo cual nos lleva muchas veces a peluquerías desconocidas para hacernos un corte o peinado “a la moda”. Un claro ejemplo es la moda “rasta” que en su trenzado permanente durante meses termina deteriorando la calidad y cantidad de cabello. Por otra parte, poca o nula importancia le damos a los productos que el coiffeur va colocando en nuestro cabello, pensando siempre que son elementos inocuos y de breve impacto en el tiempo. Pues no siempre es así. La aplicación de productos químicos que NO condicen con las necesidades reales de nuestro cabello puede tornarlos secos, quebradizos, frágiles, faltos de elasticidad, y en ocasiones grasosos en exceso por efecto rebote. De ahí que el peluquero o coiffeur debe ser una persona entendida en el manejo de productos cosméticos y su relación con los diferentes tipos de cabello.

    Muchos de estos agentes que se aplican en el pelo están hechos en base a productos químicos agresivos (amoníaco, peróxidos) cuyos efectos negativos pueden persistir bastante y ser rebeldes de tratar o corregir. Situaciones similares ocurren cuando se abusa de otros tipos de productos como las lacas o fijadores (en forma de espuma o de gel) debido a que en su composición intervienen adhesivos, pegamentos, siliconas, aceites, que una vez que entren en contacto y se depositen sobre nuestro cuero cabelludo, van a contribuir a obstruir los poros, dificultando por tanto su oxigenación, llevando a un debilitamiento progresivo del bulbo capilar.

    Por lo tanto, es importante que aún en vacaciones, hagamos un correcto cuidado del cabello, cepillándolo diariamente cuando está largo (esto permite eliminar partículas adheridas), evitar tinturas elaboradas con elementos agresivos (aminas aromáticas, amoníaco, etc.) y lavarlos con shampúes que contengan elementos inocuos (de preferencia con extractos vegetales) que no solo prevengan, sino también reparen daños en la estructura capilar.