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Alopecias por Estrés

    Alopecias por estrés

    A partir de la pandemia de COVID-19 fue creciendo estadísticamente el número de personas aquejadas de caída de cabello en mayor medida a lo habitual. Las condiciones de temor y angustia ante un virus desconocido, sumado a las condiciones de encierro desmedido, crisis de soledad por aislamiento y mala alimentación, generaron un cóctel de factores emergentes que seguramente iba a impactar en el organismo humano. Es sabido desde hace tiempo que las situaciones de estrés son condicionantes en la caída de las defensas del organismo, sumando a ello alteraciones vasculares, inflamatorias y oxidativas que terminan también impactando negativamente en el bulbo capilar.

    Por lo general, el tipo de calvicie vinculado al estrés se ha clasificado como “alopecia areata”, la cual caracteriza por generar focos o áreas bien delimitadas y circunscriptas de ausencia de pelo en determinadas zonas del cuero cabelludo. Si existen varios focos que confluyen entre sí, pueden desembocar en la llamada “alopecia areata totalis” donde prácticamente no quedan zonas pobladas de cabello. En su mecanismo de acción, se ha observado que existe una alteración del sistema de defensas del individuo (disparada por la situación de estrés), en donde aparecen una serie de anticuerpos que agreden el bulbo capilar (en lugar de defenderlo) lo cual hace que este tipo de alopecia se encuadre dentro de las llamadas enfermedades autoinmunes (infligidas por nuestra propia inmunidad). No es casualidad que en otras  enfermedades autoinmunes (tiroiditis de Hashimoto, Lupus, etc.) prevalezca también la caída de cabello.

    Otra situación que se ve con frecuencia en situaciones de estrés, es el llamado “efluvio telógeno”. Se trata de una alteración del ciclo de crecimiento del pelo que produce una caída del cabello muy llamativa durante un período de tiempo limitado, pero a sabiendas que es un proceso reversible (con el tiempo se recupera el cabello). Es muy frecuente en mujeres jóvenes, y en menor medida puede suceder en varones y en pacientes con edades mayores. Esta causa no está totalmente relacionada con autoanticuerpos agresores, siendo aún motivo de investigación el mecanismo íntimo que la genera. Es frecuente observarla en post-partos dificultosos, post cirugía de by-pass gástrico, infecciones reiteradas, déficits nutricionales, alta exposición solar, estrés post-traumático, etc.

    En la evolución del efluvio telógeno, la pérdida de cabello se irá frenando progresivamente, para luego continuar con una fase de crecimiento con pelo fino corto que, poco a poco, se engrosará hasta recuperar la longitud y el tallo habitual. Todo este proceso es muy lento y puede durar hasta 12 meses, de ahí que se busquen alternativas terapéuticas que puedan acortar el proceso.

    Desde el punto de vista terapéutico, las alopecias mencionadas deben tener una contención emocional basada en terapia psicológica, ejercicios de meditación, relajación y corrección alimentaria. La toma de psicofármacos no siempre es lo más aconsejado, existiendo alternativas con plantas medicinales que pueden controlar el perfil emocional alterado. Desde el punto de vista farmacológico, es importante contar con un producto que no altere los perfiles hormonales del paciente (ya que no hay una causa androgénica ni estrogénica en el medio). En estos casos es importante recurrir a productos que han demostrado clínicamente actuar en alopecias areatas y efluvios telógenos en donde concuerden mecanismos de control de la inmunidad, sumando a ello efectos antioxidantes, antiinflamatorios y favorecedores de la microcirculación. Y qué mejor que ese producto sea en base a una fórmula natural, probada mediante ensayos clínicos y sin generar efectos adversos.