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¿Por Qué Fitocosmética?

    ¿Por qué Fitocosmética?

    La fitocosmética emplea ingredientes activos provenientes únicamente de plantas.

    La seguridad, eficacia y calidad deben ser tres elementos insustituibles para conformar un buen fitocosmético.

    Son productos consustanciados con el medio ambiente y el ecosistema, provenientes de cultivos sostenibles que eviten la depredación de la especie. Cada ingrediente de la formulación puede contar con decenas de moléculas activas con diferentes actividades.

    Ecohair, Fitocosmética Capilar.

    En el último lustro, el rubro de la cosmética es quizás el que más ha crecido de toda la industria farmacéutica. Esto se debe al creciente interés de los consumidores en el autocuidado, especialmente a partir de la gran cantidad de información que surge del reino botánico y que es reproducida en las redes y demás medios informativos, respecto a tratamientos y cuidados para mantenerse en plenitud y retrasar el reloj biológico del envejecimiento. La palabra cosmética nos llega del griego kosmeticós proveniente a su vez de kosmein = decorar, y este de kosmos = orden, limpieza, belleza. En tanto fito deriva del griego fyton = planta. Por lo tanto, fitocosmética representa literalmente el cuidado y decoro para mantener el orden, la belleza y la limpieza, a partir de plantas.

    La fitocosmética emplea ingredientes activos provenientes únicamente de plantas. Cuando se emplean otros principios activos no botánicos (por ej. caviar, baba de caracol, esperma de ballena, etc.) hablamos entonces simplemente de cosmética natural. En líneas generales la cosmética puede dividirse en tres categorías: facial, corporal y capilar. Sin embargo, a fines de los años 90’ ha aparecido en el vocabulario farmacéutico un nuevo concepto: el de cosmecéutico. ¿De qué se trata?

    El cosmecéutico es un producto (natural o químico) que tiene un plus por encima del cosmético simple, esto es, el de proporcionar un beneficio para la salud más allá del simple argumento estético. Si bien no podemos afirmar que el cosmecéutico sea considerado un medicamento, es por la sencilla razón que su aplicación debe obedecer a situaciones meramente estéticas y no patológicas. Por ejemplo, un producto de aplicación tópica para tratar la psoriasis, el vitíligo o el acné, no puede ser registrado como cosmético ni considerado cosmecéutico, ya que se trata de patologías dermatológicas bien específicas que requieren de un diagnóstico de certeza y una prescripción bajo receta. Sin embargo, existen zonas “grises” respecto a situaciones especiales donde cuesta aún definir si se trata de patologías o cuestiones estéticas. Nos referimos al tema capilar, y en especial a las alopecias, peduculosis, caspa o seborrea.

    En la actualidad, los productos de origen químico que tratan estas situaciones son considerados medicamentos (minoxidil, finasteride, clobetasol, permetrina) y requieren de una indicación, receta y seguimiento médico. En cambio, los productos de origen vegetal que abordan estas mismas situaciones son considerados fitocosméticos, siendo los mismos de venta libre y muchas veces recomendados en el mostrador de farmacia o por médicos generalistas y dermatólogos. Los fitocosméticos son posiblemente los productos que más se acerquen al concepto de cosmecéuticos.

    Un detalle no menor a la hora de elegir un fitocosmético, es conocer su procedencia y, en la medida de lo posible, que cuente con un back up de información respaldada por artículos científicos y/o ensayos clínicos. La seguridad, eficacia y calidad deben ser tres elementos insustituibles para conformar un buen fitocosmético.  No obstante, existen otras razones de peso para su consumo y uso. Son productos consustanciados con el medio ambiente y el ecosistema, provenientes de cultivos sostenibles que eviten la depredación de la especie. Cada ingrediente de la formulación puede contar con decenas de moléculas activas con diferentes actividades, muchas de ellas en sinergismo (por ej. antioxidante, antiinflamatorio, provitamínico, etc.). Las nuevas normas de elaboración han direccionado a la mayoría de las empresas, a evitar las pruebas en animales (algo que suele ser muy frecuente en los productos químicos). Por otra parte, los ingredientes derivados de plantas suelen provenir de cultivos estandarizados, que tienen un rol social, que es la de generar mano de obra y ocupación de gente y familias (algo que no ocurre con una molécula sintética obtenida en un laboratorio).

    Por último, el hecho que un producto sea natural no va en detrimento de su calidad ni eficacia. Es más, son varios los fitocosméticos que han demostrado en ensayos clínicos, un mejor rendimiento y resultados superiores al de los productos químicos. Por suerte son preconceptos que han podido ser dados de baja por la simple fuerza de los hechos.